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Reunir fuerzas para acabar con la violencia racial

Ocho personas, entre ellas seis mujeres asiáticas, murieron esta semana en un tiroteo masivo en Atlanta (Georgia). Toda pérdida de vidas es devastadora. En este acto de violencia racial, las vidas arrebatadas fueron las de amigos, hermanas, hermanos, hijas, hijos, cónyuges y padres. 

Como organización comprometida con equidad racial y la sanación racial en nombre de niños y niñas, condenamos este atentado contra la humanidad y los crecientes delitos de odio y agresiones verbales y físicas contra asiáticos y asiático-americanos en nuestras comunidades. 

Cualquier atentado contra la humanidad de una persona nos amenaza y perjudica a todos. En este momento, nos compadecemos de quienes han sufrido el trauma de la violencia racial y de quienes viven con el temor de que sus familias sean el próximo objetivo.

Pero también pedimos que se entienda claramente lo que representa esta violencia. 

Estas acciones deshumanizadoras forman parte del perdurable legado secular de racismo, entrelazado con una misoginia profundamente arraigada hacia nuestros parientes asiáticos y miembros de comunidad . Para detener el ciclo de violencia, pérdida y dolor que perpetúan, debemos reconocer el racismo que está en la raíz de estos odiosos incidentes y unirnos para construir un futuro equitativo.  

Nuestro trabajo, en asociación con tantas organizaciones de todo el país, afirma que la sanación racial es esencial para superar las divisiones en las comunidades de este país y del mundo. Reunirnos en conversaciones basadas en la verdad, reconocer nuestra historia y los daños actuales resultantes, todo ello sienta las bases para la acción colectiva. Cuando empezamos con la curación racial, reunimos la fuerza para cambiar significativamente los sistemas y crear comunidades en las que niños y niñas no sólo se sientan seguros, sino que puedan prosperar.

Fundación W.K. Kellogg prevé y trabaja por un mundo en el que todos niños y niñas y sus familias sientan ese nivel de seguridad. Al unirnos a nuestros familiares y comunidades asiáticas y asiático-americanas, pedimos conversaciones honestas que reconozcan la dolorosa verdad de la violencia racializada -pasada y presente- y responsable a la acción curativa para el futuro bienestar de todos nuestros niños y niñas.

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