La vida de 1,357 familias con 3,200 niños menores de 14 años cambió sustancialmente en el municipio de Calakmul, Campeche, porque ahora pueden acceder con mayor facilidad al agua para usos agrícolas y eso les permite gozar de una mayor seguridad financiera. Este proceso se edificó con el apoyo de tres fundaciones, dos agencias gubernamentales y dos organizaciones no gubernamentales. Un ejercicio de colaboración interinstitucional ejemplar.
Calakmul tiene una población de 26,882 habitantes y es el municipio de mayor extensión en el estado. Más del 86% vive en situación de pobreza moderada, ganando menos de $35 pesos diarios, y la mitad de ellos además se encuentra en la categoría de pobreza extrema, ganando menos de $17.50 pesos por día, según las Naciones Unidas. Quienes viven en pobreza extrema en Calakmul carecen de necesidades básicas como comida, agua, vivienda y sistemas sanitarios.
Las causas de la marginación del municipio son culturales y demográficas. La mayoría de los habitantes son indígenas mexicanos que emigraron de otras partes del país con el propósito de mejorar su calidad de vida. Como consecuencia, explica Omar Duayhe, coordinador general del Fondo para la Paz, “Calakmul es el lugar donde todo México se conecta. Es multicultural. Su población representa a 27 estados mexicanos, cada uno con su propia cultura y sistema de valores”. Sin embargo, los pobladores se enfrentan día a día con el reto de satisfacer las necesidades básicas de una comunidad en constante crecimiento.
Fondo para la Paz es una organización comunitaria establecida en la región desde el 2011 y apoyada por la Fundación W.K. Kellogg, que al trabajar con las poblaciones marginadas de Calakmul para identificar y enfrentar sus necesidades más urgentes se dio cuenta que la participación ciudadana funcionaba como un conector que podía enlazar culturas, sueños y expectativas, al establecer prioridades y trabajar para mejorar el bienestar de las familias.
Antonia Guzmán Meneses, habitante de la zona, lo expresó de esta manera: “Es más fácil trabajar como grupo para poder alcanzar mejores resultados, aportando ideas y alcanzando mejores objetivos, que hacerlo por cuenta propia, o no hacerlo”. Por ejemplo, en los primeros lugares de su lista de prioridades, los residentes de la comunidad La Virgencita en Calakmul, establecieron metas específicas para mejorar el acceso al agua.
”Mis padres me llevaban a los manantiales, a unos tres o cuatro kilómetros de nuestras casas para cargar agua en cubetas”, recuerda el residente Juan Díaz Jiménez. “Ahora podemos darle a nuestros hijos una mejor calidad de vida con los captadores de agua comunitarios que construimos”.
Como resultado del proceso de organización, en la comunidad se ha definido un nuevo objetivo: la construcción de un sistema de filtración de agua que le proporcionará a los niños y a sus familias acceso al agua potable.
Estos proyectos además han fortalecido la participación ciudadana, lo que ha ayudado a la comunidad a priorizar sus necesidades y de esta forma trabajar en conjunto para alcanzar sus metas.
“Nuestra principal estrategia es fomentar el liderazgo local para apoyar el desarrollo de las personas, para que ellos decidan qué futuro quieren y hacia dónde se dirigen sus comunidades. Sabemos que tienen muchos retos cuando comienzan a operar por su cuenta, por lo que es necesario proporcionarles herramientas para formular las preguntas adecuadas y luego obtener las respuestas que guiarán sus acciones”, agrega Omar Duayhe, coordinador general del Fondo para la Paz.
Cuando el sol se pone en el municipio de Calakmul, Campeche, la gama de colores que plasma el cielo se refleja en las tranquilas aguas cercanas. Esta imagen serena en el sureste de México es posible gracias a los esfuerzos colectivos para llevar agua a la comunidad.